Cuando hablamos de la evolución de Internet, solemos dividirla en fases como Web1.0 y Web2.0. Ahora, mientras muchos aún intentamos entender qué demonios es la Web3.0, ya nos están vendiendo la Web4.0 como el próximo paraíso digital. Menuda prisa tienen algunos por etiquetar cosas que ni siquiera existen todavía.
Y aquí está la Unión Europea, siempre tan preocupada, preparando su "estrategia Web4" cuando la mayoría de nosotros ni siquiera sabemos usar bien nuestros smartphones. Típico de burócratas: regular lo que aún no existe.
¿Qué se supone que es esta Web4.0?
Según nos cuentan los expertos (esos que predicen el futuro desde sus oficinas), la Web4.0 vendría a ser una especie de Internet inteligente después de Web3.0. Mientras Web1.0 era básicamente páginas estáticas, y Web2.0 puso el poder en manos de grandes corporaciones que nos venden como ganado, la Web3.0 prometía devolvernos el control con blockchain y toda esa jerga técnica que nadie entiende.
Pero claro, la Web3.0 resultó ser demasiado complicada para el usuario común. ¿Y qué hace la industria? Inventarse otra etiqueta: Web4.0, que supuestamente combinará lo mejor de Web3.0 pero siendo "amigable". Suena a que alguien necesita justificar su presupuesto de investigación.
Entre sus supuestas características están:
Control de datos (que ya prometieron con Web3.0)
Descentralización (otro concepto gastado)
Economía de tokens (porque necesitamos más criptos, claro)
Protección de derechos de contenido (cosa que llevan décadas prometiendo)
Seguridad (como si fuera posible en Internet)
¿Os suena familiar? Es básicamente Web3.0 con otro nombre, pero pintado de rosa.
Web3 vs Web4: Diferencias inventadas
Para justificar esta nueva etiqueta, nos dicen que Web3 se centra en blockchain mientras Web4 se preocupa más por la experiencia del usuario. Que Web3 es experimental y Web4 es "una visión". Que Web3 es anti-regulación y Web4 es más "responsable".
Vamos, que como Web3 no ha cumplido sus promesas, ahora inventamos Web4 para seguir vendiendo humo. Es como cuando te prometen algo, no lo cumplen, y luego te prometen algo "mejor" para que olvides lo anterior.
La UE jugando a ser visionaria
La Comisión Europea, siempre tan atenta a las modas, ya ha publicado su plan Web4 que, irónicamente, apenas menciona cómo funcionaría blockchain. Definen Web4 como una convergencia de inteligencia artificial, IoT, blockchain y mundos virtuales.
Su estrategia es típica de la UE: cautela extrema, regulación preventiva y mucho miedo a cualquier innovación que no puedan controlar. Dicen querer proteger la privacidad, supervisar contenidos y autenticar usuarios. Básicamente, quieren crear un Internet donde todo esté controlado antes incluso de que exista.
Los desafíos reales: regular lo imaginario
Los verdaderos desafíos para la UE no son tecnológicos, sino políticos. Intentan ponerse de acuerdo entre países con intereses divergentes para regular algo que ni siquiera entienden completamente. Buscan el equilibrio entre innovación y control, cuando la historia ha demostrado que ambos conceptos suelen ser incompatibles.
Al final, mientras los burócratas europeos debaten sobre cómo regular esta Web4 fantasma, en otros lugares del mundo simplemente seguirán innovando sin preguntar permiso.
Queda mucho por ver si esta Web4 será una revolución real o solo otro término de marketing. Mientras tanto, la mayoría seguiremos usando Internet como siempre: quejándonos de la publicidad, compartiendo memes y olvidando nuestras contraseñas.
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La Web 4.0: ¿El siguiente paso o solo otro cuento chino?
Cuando hablamos de la evolución de Internet, solemos dividirla en fases como Web1.0 y Web2.0. Ahora, mientras muchos aún intentamos entender qué demonios es la Web3.0, ya nos están vendiendo la Web4.0 como el próximo paraíso digital. Menuda prisa tienen algunos por etiquetar cosas que ni siquiera existen todavía.
Y aquí está la Unión Europea, siempre tan preocupada, preparando su "estrategia Web4" cuando la mayoría de nosotros ni siquiera sabemos usar bien nuestros smartphones. Típico de burócratas: regular lo que aún no existe.
¿Qué se supone que es esta Web4.0?
Según nos cuentan los expertos (esos que predicen el futuro desde sus oficinas), la Web4.0 vendría a ser una especie de Internet inteligente después de Web3.0. Mientras Web1.0 era básicamente páginas estáticas, y Web2.0 puso el poder en manos de grandes corporaciones que nos venden como ganado, la Web3.0 prometía devolvernos el control con blockchain y toda esa jerga técnica que nadie entiende.
Pero claro, la Web3.0 resultó ser demasiado complicada para el usuario común. ¿Y qué hace la industria? Inventarse otra etiqueta: Web4.0, que supuestamente combinará lo mejor de Web3.0 pero siendo "amigable". Suena a que alguien necesita justificar su presupuesto de investigación.
Entre sus supuestas características están:
¿Os suena familiar? Es básicamente Web3.0 con otro nombre, pero pintado de rosa.
Web3 vs Web4: Diferencias inventadas
Para justificar esta nueva etiqueta, nos dicen que Web3 se centra en blockchain mientras Web4 se preocupa más por la experiencia del usuario. Que Web3 es experimental y Web4 es "una visión". Que Web3 es anti-regulación y Web4 es más "responsable".
Vamos, que como Web3 no ha cumplido sus promesas, ahora inventamos Web4 para seguir vendiendo humo. Es como cuando te prometen algo, no lo cumplen, y luego te prometen algo "mejor" para que olvides lo anterior.
La UE jugando a ser visionaria
La Comisión Europea, siempre tan atenta a las modas, ya ha publicado su plan Web4 que, irónicamente, apenas menciona cómo funcionaría blockchain. Definen Web4 como una convergencia de inteligencia artificial, IoT, blockchain y mundos virtuales.
Su estrategia es típica de la UE: cautela extrema, regulación preventiva y mucho miedo a cualquier innovación que no puedan controlar. Dicen querer proteger la privacidad, supervisar contenidos y autenticar usuarios. Básicamente, quieren crear un Internet donde todo esté controlado antes incluso de que exista.
Los desafíos reales: regular lo imaginario
Los verdaderos desafíos para la UE no son tecnológicos, sino políticos. Intentan ponerse de acuerdo entre países con intereses divergentes para regular algo que ni siquiera entienden completamente. Buscan el equilibrio entre innovación y control, cuando la historia ha demostrado que ambos conceptos suelen ser incompatibles.
Al final, mientras los burócratas europeos debaten sobre cómo regular esta Web4 fantasma, en otros lugares del mundo simplemente seguirán innovando sin preguntar permiso.
Queda mucho por ver si esta Web4 será una revolución real o solo otro término de marketing. Mientras tanto, la mayoría seguiremos usando Internet como siempre: quejándonos de la publicidad, compartiendo memes y olvidando nuestras contraseñas.