¡Lanzar moneda virtual! Vaya pérdida de tiempo. Os cuento mi experiencia personal con estas chorradas digitales que pretenden sustituir algo tan básico como tirar una moneda al aire.

El otro día quería decidir si salir con mis amigos o quedarme en casa, y no encontraba ninguna moneda. Pensé "venga, usaré una de esas aplicaciones que todos recomiendan". ¡Menudo error! Me metí en tres páginas distintas y todas me bombardearon con publicidad antes de poder ver si salía cara o cruz.

¿Y sabéis qué es lo peor? Estoy seguro de que estas aplicaciones están amañadas. ¿Quién me garantiza que ese algoritmo es realmente aleatorio? Por no hablar de esas empresas que recopilan datos hasta cuando lanzas una simple moneda virtual. ¡Por favor! Ya tengo suficientes problemas de privacidad como para regalar también información sobre mis decisiones cotidianas.

Las supuestas "herramientas avanzadas" son otra tomadura de pelo. ¿Para qué necesito lanzar una moneda 10.000 veces? ¿Quién tiene tiempo para eso? La vida es demasiado corta para estar jugando con estadísticas absurdas en internet.

Y eso de "la ciencia detrás del lanzamiento" es el colmo. ¡Es una moneda! No hace falta un máster para entender que hay un 50% de probabilidades para cada resultado. Luego quieren venderlo como algo complejo con blockchain y algoritmos. ¡Venga ya!

Las empresas usando lanzamientos de moneda para marketing... ¿en serio? Si una marca me pide que lance una moneda virtual para ganar algo, paso directamente. Seguro que está manipulado para que pierda.

Dejad de complicar lo sencillo. Si necesitáis decidir algo, buscad una moneda real o simplemente elegid una opción y punto. Esta obsesión por digitalizar hasta el más mínimo aspecto de nuestras vidas es ridícula. A veces la solución más simple es la mejor, y ninguna aplicación va a mejorar el clásico cara o cruz de toda la vida.

Y si necesitáis un generador de números aleatorios para algo importante, confiad en mí: estas aplicaciones gratuitas no son la solución. Estáis poniendo decisiones importantes en manos de algoritmos que ni conocéis ni entendéis.