La evolución de la Web: De la estática a la semántica

¡Por fin alguien habla de las verdaderas diferencias entre estas etapas de internet! Como usuario que ha vivido todas estas transformaciones, puedo decirte que la realidad es mucho más caótica y menos "bonita" de lo que nos quieren vender.

Web 1.0: La prisión de solo lectura

La Web 1.0 fue básicamente un panfleto digital. Páginas estáticas donde solo podías mirar como un idiota sin poder interactuar con nada. ¡Qué aburrimiento! Estábamos atrapados consumiendo lo que cuatro "expertos" querían que viéramos. Yahoo y Amazon eran poco más que catálogos digitalizados. La web de la Casa Blanca era tan básica que daba pena... pero al menos nadie vigilaba cada click que hacíamos.

Web 2.0: La jaula dorada

Con la Web 2.0 llegó la "revolución" de la interactividad. Por fin podíamos crear contenido y comunicarnos. ¡Genial! ¿No? MENTIRA. Lo que realmente pasó es que empezamos a regalar nuestros datos a empresas que se forraron con nuestra información personal. Facebook, Twitter, YouTube... todos construidos sobre el mismo modelo: tú produces el contenido gratis, ellos se quedan con los beneficios y tus datos. ¿A esto le llaman progreso? Yo lo llamo explotación digital disfrazada de libertad.

Web 3.0: El lobo con piel de cordero

Ahora nos venden la Web 3.0 como la "salvación" de internet. La web semántica, inteligencia artificial, blockchain... Supuestamente recuperaremos el control de nuestros datos. ¡JA! Los asistentes de voz como Siri o Alexa son espías en nuestros hogares disfrazados de ayudantes amigables.

Las plataformas blockchain prometen descentralización mientras los grandes fondos de inversión acumulan la mayoría de las criptomonedas. ¿De verdad creemos que las corporaciones van a renunciar a su control? Las experiencias "personalizadas" son solo otra manera de vendernos más cosas que no necesitamos.

La realidad

La web nunca ha evolucionado pensando en los usuarios, sino en cómo extraer más valor de nosotros. Cada nueva versión viene con promesas brillantes que ocultan nuevas formas de explotación.

No necesito un internet que "entienda" lo que quiero. Necesito un internet donde yo controle mis datos, donde las grandes plataformas no censuren contenido a su antojo, y donde no tenga que vender mi alma digital para participar en la conversación global.

La próxima vez que alguien te hable de las maravillas de la Web 3.0, pregúntate: ¿quién se beneficia realmente de esto?

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